En el jirón Jáuregui de Juliaca, a escasos metros de la Plaza de Armas, se realiza una exposición fotográfica que retrata los momentos más crudos de las protestas sociales del año 2023, incluyendo imágenes del fatídico 9 de enero en el bypass de la salida a Cusco, donde familias escapaban del horror. Aquellas vidas que se apagaron no encuentran justicia y las heridas aún sangran de dolor, señaló una de los expositores.
La hermana del médico Marco Antonio Santillán, una de las 18 víctimas mortales más un policía caído en Juliaca, compartió su dolor: “Volver a vivir estas fechas es como renacer todo lo vivido en ese momento. Necesitamos la verdad y encontrar a los culpables que paguen por estos crímenes ocurridos en todo el Perú”.
Giovanna Mendoza Guaranda, presidenta de la Asociación de Familiares de Asesinados y Heridos del 15 de diciembre en Ayacucho, reveló que en su región hay “diez hermanos asesinados y más de 72 sobrevivientes a esta masacre”, manifestando que las heridas siguen abiertas.
La situación de los heridos es crítica, según detalla Mendoza: “Tenemos hermanos que están viviendo con balas dentro del cuerpo, hermanos postrados, dos que necesitan operaciones”. El dolor se materializa en los 259 heridos registrados por la Red Salud San Román, de los cuales 60 se encuentran en extrema pobreza.
Las víctimas expresan su frustración ante la falta de atención médica y el abandono de las autoridades. Muchos sobrevivientes permanecen con graves secuelas: algunos con el cráneo destrozado, otros con más de 100 perdigones en el cuerpo, situaciones que han dejado familias devastadas.
“Solamente unificados podremos salvar a nuestro pueblo”, declara Mendoza, enfatizando que la lucha ya no es solo por las víctimas sino por todo el país. Los familiares, además del dolor físico, cargan con profundas heridas psicológicas que, aseguran, no sanarán hasta encontrar justicia.