El historiador René Calsín revela que el Carnaval Chico de San Sebastián, celebrado cada 20 de enero en Juliaca, tiene raíces precoloniales como festividad de la primera floración, posteriormente adaptada durante la época colonial e incorporada al santoral católico.
La festividad experimentó una notable transformación en los años 40 del siglo XX, cuando la única agrupación existente se dividió en dos: “los mayores” y “los menores”, estableciendo cada una su identidad propia con distintivos colores azules y características particulares en su indumentaria.
San Sebastián, santo asociado al aspecto bélico, fue estratégicamente incorporado por los españoles a esta celebración ancestral debido a la naturaleza guerrera de la danza original, aunque con el tiempo este carácter belicoso se ha ido suavizando en sus manifestaciones rituales y coreográficas.
La celebración ha evolucionado significativamente desde 2004, cuando se incorporó la participación escolar durante el aniversario del Día de la Prensa Rosa, lo que según Calsina ha contribuido a la masificación y enriquecimiento de la festividad, aunque algunos critican ciertas distorsiones en su práctica tradicional.