Los carnavales de Puno son una vibrante mezcla de tradiciones ancestrales y elementos europeos, según el historiador René Calsín Anco. Esta celebración, que atrae a miles de visitantes, combina danzas, rituales y costumbres únicas, convirtiéndose en una de las fiestas más importantes y coloridas de la región.
Calsín Anco explica que los orígenes de los carnavales puneños se remontan a épocas precolombinas, cuando las comunidades celebraban el ciclo agrario y los fenómenos astronómicos. Estas festividades, conocidas como el «carnaval chico» y el «carnaval grande», evolucionaron con la llegada de los españoles, quienes incorporaron elementos de los carnavales europeos.
El historiador detalla que, durante la colonia, se fusionaron rituales ancestrales como el Mi, relacionado con la prueba de la cosecha, con tradiciones europeas como el juego con agua, las serpentinas y los carros alegóricos. Este sincretismo cultural dio forma a una celebración que hoy es símbolo de identidad puneña.
En el siglo XIX, los carnavales se concentraban en tres días, desde el domingo hasta el martes. Con el tiempo, se añadieron más días de festejo, incluyendo paseos al arco, a la pampa del muelle y al cerrito de Huajsapata. Estos recorridos dieron origen a la pandilla puneña, la danza emblemática del carnaval.
Calsín Anco aclara que la palabra «carnaval» proviene del italiano «carnevale», que significa «despedirse de la carne». Aunque está ligada a la abstinencia de la Cuaresma, en Puno esta fiesta se vive como una celebración de la alegría y la producción agrícola, destacando la importancia de la tierra y sus ciclos.
Además de la pandilla puneña, cada provincia y distrito de la región tiene su propia danza característica. Entre ellas, el historiador menciona el carnaval de Santiago de Pupuja, los Unucajas, el carnaval de Arapa, el carnaval de Nuñoa y el carnaval de Mañazo, cada uno con su sello único.
Muchas de estas danzas, como los pujllis y las anatas, tienen nombres ancestrales que se remontan a periodos anteriores a los aimaras y quechuas, cuando en la región predominaba el idioma puquina. Calsín Anco resalta que casi el 70% de las danzas puneñas tienen raíces en este periodo, lo que refleja la riqueza cultural de la región.
Los carnavales de Puno no solo son una fiesta, sino también un testimonio vivo de la historia y la identidad de sus pueblos. A través de sus danzas y rituales, los puneños celebran su conexión con la tierra, el pasado y la vida misma, manteniendo viva una tradición que trasciende generaciones.


