La conferencia climática COP30 de la ONU comenzó este lunes en Belém, Brasil, al borde de la Amazonía. El presidente André Corrêa do Lago convocó a los negociadores a trabajar en «mutirão», término indígena que significa unión colectiva. Los líderes exigieron urgencia y cooperación tras más de 30 años luchando contra el calentamiento global mediante la reducción drástica.
Do Lago escribió en su carta a los negociadores el domingo una advertencia contundente. «O decidimos cambiar por elección, juntos, o el cambio nos será impuesto por la tragedia», afirmó. El presidente de la conferencia enfatizó que la acción climática debe ser colectiva. La convocatoria busca acelerar los esfuerzos globales para frenar las emisiones de carbono.
Estados Unidos complica los llamados a la unidad al retirarse nuevamente del Acuerdo de París de 10 años. La administración Trump no envió negociadores de alto nivel a las conversaciones. El país ha emitido más dióxido de carbono a la atmósfera que cualquier otra nación en la historia. China lidera actualmente las emisiones pero Estados Unidos acumula más contaminación histórica.
La embajadora de Palau, Ilana Seid, presidenta de la Alianza de Pequeños Estados Insulares, describió el panorama geopolítico como «particularmente desafiante». «Estados Unidos retirándose del Acuerdo de París realmente cambió la gravedad de todo el sistema de negociación», expresó. Las naciones insulares sufren los peores efectos climáticos por el aumento del nivel del mar.
La científica jefa de The Nature Conservancy, Katharine Hayhoe, comparó las negociaciones con una cena comunitaria donde «todos traen las contribuciones que están haciendo». «Estados Unidos como país no aparecerá con un plato», afirmó. Sin embargo, ciudades, estados y empresas estadounidenses compensarán la ausencia federal, según expertos y ex negociadores.
El jefe climático de la ONU, Simon Stiell, escribió que el Acuerdo de París funciona parcialmente «pero debemos acelerar en la Amazonía». Mencionó daños devastadores desde el huracán Melissa en el Caribe hasta supertifones en Vietnam y Filipinas. Las naciones deben «conectar la acción climática con las vidas reales de las personas», concluyó en su carta.


