El suboficial de la Policía Nacional del Perú, Javier Apaza Miranda, de 45 años, fue asesinado a balazos este domingo en su domicilio ubicado en la urbanización La Capilla de Juliaca. Diez sicarios armados irrumpieron en la vivienda y lo acribilaron dentro de su dormitorio, donde descansaba junto a su bebé de un año.
Los delincuentes aprovecharon un corte programado de energía eléctrica en la zona para desactivar las cámaras de videovigilancia. Tocaron la puerta, ingresaron a la fuerza y buscaron al policía hasta ubicarlo en su habitación, mientras su madre y esposa preparaban el desayuno en la cocina.
Durante el ataque, Marvin Apaza Miranda, hermano de la víctima de 30 años, intentó defender al suboficial y enfrentó a los sicarios. Sin embargo, recibió un disparo que lo dejó gravemente herido, quedando en estado crítico tras el enfrentamiento con los delincuentes armados.
Los atacantes escaparon en una camioneta de color plomo realizando disparos al aire para intimidar a los vecinos y asegurar su huida. Ambas víctimas fueron trasladadas de emergencia en un vehículo particular hacia una clínica local, pero Javier falleció en el trayecto al centro médico.
Peritos de criminalística hallaron varios casquillos de armas de fuego regados en el suelo del inmueble, evidenciando la intensidad del tiroteo. El suboficial laboraba en el distrito de Chivay, provincia de Caylloma en Arequipa, y se encontraba pasando sus días de descanso con su familia.
Las autoridades desplegaron un operativo inmediato en la ciudad y zonas aledañas para ubicar el vehículo y capturar a los responsables del crimen. Las primeras hipótesis apuntan a un presunto ajuste de cuentas, aunque las investigaciones oficiales determinarán las circunstancias exactas del asesinato.
La familia del suboficial reclama justicia, mientras los vecinos expresan preocupación por el aumento de la inseguridad en la zona. El policía deja en orfandad a un bebé de un año, tras un ataque planificado que aprovechó el corte eléctrico para evitar registros de seguridad.


