Con una participación del 84% de los 59,2 millones de votantes alemanes, las elecciones del 23 de febrero consolidaron el histórico giro hacia la derecha del electorado germano.
La alianza conservadora CDU/CSU de Friedrich Merz obtuvo el 29% de los votos, mientras el partido ultraderechista AfD alcanzó un sorprendente 19,5%, duplicando su resultado de hace cuatro años.
El Partido Socialdemócrata del canciller Olaf Scholz sufrió su peor derrota histórica con solo 16% del electorado, tras el colapso de su coalición “semáforo” por desacuerdos presupuestarios en noviembre.
Los Verdes mantuvieron una significativa presencia con 13% de los votos, mientras La Izquierda superó expectativas al alcanzar el 8%, y otros partidos menores luchan por superar la barrera del 5%.
El reto de formar gobierno
“El mundo no espera largas negociaciones de coalición, tenemos que sentar pronto las bases para que Alemania vuelva a estar bien gobernada”, declaró Merz tras conocer su victoria electoral.
La CDU/CSU propone una agenda que incluye reducción de impuestos corporativos entre 25% y 29,9%, mayor control migratorio y el mantenimiento del apoyo a Ucrania en la guerra.
Los expertos señalan que la fragmentación del Parlamento complica la formación de gobierno, con opciones que van desde una Gran Coalición hasta una alianza tripartita “Kenia” o un gobierno minoritario.
El “cortafuegos” contra la extrema derecha permanece firme mientras Merz reitera su compromiso de no aliarse con AfD, manteniendo viva una tradición política que busca evitar el retorno del nazismo al poder.
