En la Plaza de Armas de Juliaca, Yolanda Mamani Aceituno expone el calvario de su hija de 16 años, víctima de abuso sexual por su propio sobrino, Ludwui Yasmani Puma Monroy, quien la atacó durante un baby shower familiar, aprovechando su vulnerabilidad y dejándola con graves secuelas físicas y psicológicas. Sin embargo, fue liberado por una mala actuación de Silvia Carmen Álvarez Mita, fiscal quien omitió entregar el informe de cámara gesell, por la cual fue liberado Puma Monroy.
Al respecto, la madre de la menor presenta pruebas contundentes, incluyendo informes médicos, psicológicos, y la entrevista en la cámara gesell que confirman la agresión sexual, documentos que según su testimonio no fueron considerados por la fiscal Silvia Carmen Álvarez Mita.
Un testigo clave en este caso es el hijo menor de Yolanda, de nueve años, quien presenció directamente la violación, situación que añade mayor gravedad a los hechos y evidencia la vulneración de derechos de una menor de edad en un entorno familiar supuestamente seguro.
La familia denuncia además intentos de soborno por parte de los familiares del agresor, quienes habrían ofrecido terrenos y recursos económicos para detener la investigación, estrategia que refuerza la percepción de una red familiar que buscaría obstaculizar la justicia y proteger al agresor sexual.
Las consecuencias del abuso son devastadoras para la víctima, quien según su madre ha pasado de ser una estudiante aplicada a una adolescente completamente destrozada, incapaz de concentrarse en sus estudios, con profundas heridas emocionales que requieren terapia y acompañamiento psicológico.