La Asociación de Víctimas y Mártires de las protestas 2022 y 2023 denunció que Dina Boluarte no actuó sola, sino en complicidad de ocho partidos políticos: Renovación Popular, Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú, Podemos Perú, Acción Popular, Avanza País y Perú Libre son señalados responsables del «gobierno genocida» que dejó 50 muertos y más de 1500 heridos. Las víctimas exigen su rechazo total en las próximas elecciones y reafirman su firme posición de no permitirles ingresar a Puno.
Desde Juliaca, Isabel Samillán, hermana de Marco Antonio Samillán, afirmó: «Quien a hierro mata, a hierro muere» Criticando que la vacancia de Boluarte se debe a la «incapacidad moral» y no por los crímenes cometidos, asegurando que «El Congreso actúa por oportunismo electoral», añadió, señalando que estos partidos buscan «lavarse las manos manchadas de sangre».
Dominga Hancco, madre de Yamileth Aroquipa Hancco (17 años), exigió justicia: «Dina no se librará del asesinato de mi hija». Rechazó el «perdón» del presidente José Jerí Oré, calificándolo de hipocresía. «El dolor no se cura con palabras», declaró, mientras recordaba que 50 familias aún esperan respuestas.
Raúl Samillán, desde Ayacucho, acusó a los partidos de «blindar a Boluarte» para evitar su responsabilidad. «Preparan un escenario para que huya», advirtió, y recordó que las leyes aprobadas por estos grupos limitaron el acceso a la justicia. «Son cómplices de un Estado que nos masacró», sentenció.
Mariela Cayo, esposa de Manuel Quilla Ticona; torturado y asesinado por la PNP, exigió la captura inmediata de Boluarte y el impedimento de salida del país. «No es solo Dina: el Congreso entero está manchado», declaró, y pidió a la ciudadanía unirse el 15 de octubre para exigir la renuncia de los legisladores.
Entre tanto; Los analistas políticos coinciden en que la vacancia de Boluarte responde a un cálculo electoral. «El rechazo a Philip Butters en Juliaca alertó a estos partidos», explicaron. Ahora, temen que su presencia en las urnas reavive la indignación popular, especialmente en regiones como Puno y Ayacucho, epicentros de la represión.