El ultraconservador José Antonio Kast ganó las elecciones presidenciales en Chile este domingo con 58,2% de los votos, derrotando a la candidata comunista Jeannette Jara quien obtuvo 41,8%, en una elección que marca el gobierno más derechista en 35 años de democracia chilena.
Los chilenos respaldaron masivamente la promesa de Kast de combatir el crimen, deportar cientos de miles de inmigrantes sin estatus legal y reactivar la economía de una de las naciones más estables de Latinoamérica. Sus seguidores celebraron en las calles con cánticos, mientras el candidato advirtió que «Chile necesita orden en las calles, en el estado, en las prioridades» durante su discurso de victoria.
Jara, quien fue ministra de Trabajo en el gobierno del presidente Gabriel Boric, concedió la derrota y alentó a sus seguidores: «Es en la derrota que aprendemos más», declaró tras felicitar telefónicamente a Kast por su campaña exitosa.
Ola conservadora regional
La elección de Kast forma parte de una tendencia que ha expulsado gobiernos salientes en toda Latinoamérica, llevando líderes derechistas al poder desde Argentina hasta Bolivia. El presidente argentino Javier Milei, alineado con Trump, fue el primero en felicitar a Kast con un mapa de países sudamericanos que viraron a la derecha, mientras el secretario de Estado Marco Rubio elogió el fortalecimiento de la seguridad pública y el comercio bilateral.
Kast enfrentará presión para cumplir promesas de combatir el crimen organizado inspirándose en El Salvador, construir una barrera fronteriza de tres metros de profundidad y reducir 6.000 millones de dólares en gasto público. El desafío será implementar su agenda sin mayoría congresional, negociando con fuerzas centroderechistas que podrían rechazar sus propuestas más radicales, según el analista Patricio Navia.
El presidente electo, padre de nueve hijos cuyo hermano sirvió en la dictadura de Pinochet, deberá moderar sus instintos conservadores para evitar el destino de Boric, quien fracasó en implementar su programa izquierdista. Entre los asistentes a su discurso de victoria había jóvenes chilenos sosteniendo fotos enmarcadas del dictador Augusto Pinochet, evidenciando la polarización que marca esta nueva era política.


