Los familiares de las 18 víctimas fatales del 9 de enero de 2023 marcharon este miércoles en la provincia de San Román para exigir justicia por los asesinatos ocurridos durante las protestas en Puno. Las madres y padres portaban fotografías de sus hijos fallecidos y banderas manchadas con sangre como símbolo del dolor causado.
La madre de Eliot Cristian Arizaca Luque relató que su hijo de 18 años fue asesinado cuando pasaba cerca del aeropuerto. El joven había terminado el colegio y se preparaba para estudiar medicina en Bolivia. «Nunca nos vamos a arrodillar ante nadie, ante esos criminales», declaró la madre mientras exigía el cierre del Congreso.

Gustavo Rafael Illanes Aceituno marchó con una bandera manchada de sangre en memoria de su hijo Giovani Gustavo Illanes Ramos. El padre explicó que el color rojo representa el derramamiento de sangre de los 18 fallecidos. «Jamás nos van a callar la boca, jamás nos van a tapar la boca», afirmó con determinación.
Una mujer herida mostró las cicatrices en sus dos manos tras recibir un proyectil cuando regresaba de la misa por los fallecidos. Ella no participaba en la movilización, solo asistió al servicio religioso. El impacto la dejó con lesiones permanentes que le impiden trabajar con normalidad.
La viuda de Gabriel López Amanqui, el primer fallecido de aquella jornada, expresó su odio hacia la presidenta. La mujer quedó sola con sus hijos y debe cumplir el rol de padre y madre. «Yo pido justicia, que se vaya a la cárcel», exigió entre lágrimas.

Los manifestantes también recordaron a los heridos que perdieron sus brazos y a quienes tienen perdigones o balas alojadas en sus cuerpos. Estos sobrevivientes continúan en pie de lucha junto a los familiares. La movilización se dirigió hacia la plaza Bolognesi con consignas contra el gobierno.
Los familiares anunciaron que continuarán protestando hasta las últimas consecuencias y llegarán a la capital con fuerza. «La sangre derramada jamás será olvidada», repitieron mientras avanzaban por las calles de Juliaca.


