La provincia de Lampa fue el corazón de la mita minera durante el Virreinato, enviando cada año entre setecientos y ochocientos lampeños a las minas de Potosí, lo que dejaba a la región casi despoblada, según explicó el antropólogo José Pelayo Barrionuevo Delgado.
Las minas de Potosí se convirtieron en un verdadero infierno para los trabajadores indígenas, quienes enfrentaron condiciones brutales que les impedían regresar a sus hogares, transformando el trabajo en una verdadera carnicería para quienes eran obligados a partir.
El Conde de Lemus, virrey del Perú, informó al rey de España Carlos II sobre la dura realidad del envío de trabajadores, dejando claro que lo que llegaba a España no era solo plata, sino también el sufrimiento de miles de indígenas.
José Pelalo Barrionuevo Delgado sostiene que la situación de los mitayos constituía esclavitud, ya que la vida de estos dependía completamente de quienes los enviaban a trabajar, sin posibilidad de decidir sobre su propio destino.
A pesar de la gravedad de la situación, la esclavitud en el Virreinato casi nunca se aborda en los libros de historia, ni se analiza en profundidad la escala y el impacto real de este sistema en la población indígena.
El silencio histórico sobre la esclavitud se relaciona directamente con la Santa Inquisición, que regulaba lo que se podía publicar y escribir, evitando que la verdad sobre la explotación llegara a la sociedad.
La Santa Inquisición decidía qué libros circulaban y qué conocimientos se transmitían, protegiendo la narrativa oficial que ocultaba la cruel realidad de los indígenas y justificaba las leyes virreinales.
El legado de la mita se percibe hoy en la composición de la población de Potosí y otras regiones de Bolivia, donde hay una fuerte presencia de personas con origen puneño, resultado de siglos de migración forzada.
La explotación y servidumbre generaron movimientos de resistencia, como la revolución de Túpac Amaru, que buscó responder a la injusticia sufrida por los indígenas en la región de Lampa y alrededores.
La represión de la rebelión de Túpac Amaru en Lampa fue especialmente violenta, con la intervención de ejércitos realistas de Lima y batallones enviados desde Buenos Aires, ya que Puno pertenecía al Virreinato del Río de la Plata.
El Virreinato del Perú se sostuvo económicamente gracias a la extracción de metales preciosos, con Lampa aportando de manera significativa al procesamiento y fundición de la plata en la región.
El esplendor económico del Virreinato se refleja en las grandes construcciones de Lampa, como sus casonas y la iglesia Santiago Apóstol, aunque el costo humano fue altísimo para la población indígena local.
La preservación del centro histórico de Lampa se explica en parte porque el ferrocarril no pasó por la ciudad, manteniendo intacta la huella arquitectónica de un pasado marcado por la riqueza y el sufrimiento.