El clericalismo representa un gran obstáculo para que la iglesia pueda avanzar junta, según las declaraciones del padre Luis Zambrano quien indica que este fenómeno ocurre cuando los sacerdotes dominan sobre la comunidad, actuando más bien como jefes que como hermanos, un hecho que resulta muy preocupante.
La sinodalidad, o el camino de la iglesia unida, tiene como opositor directo este nuevo tipo de dominio sacerdotal donde los clérigos ven a los laicos y laicas solamente como súbditos, distorsionando así los tres ministerios de Jesús recibidos por todos en el bautismo.
Este dominio ha provocado una apropiación de los sacramentos y de las misas por parte del clero. Las celebraciones se convierten en una mercancía, llevando a la gente a preguntar por cuánto cuesta, como si fueran vendedores.
A causa de estos cobros, las personas terminan privatizando la misa, perdiendo totalmente el profundo sentido de comunidad. Mucha gente incluso pide ceremonias solo para su propia alma, olvidando la dimensión colectiva de la fe.
El sacerdote se convierte en el único que enseña y predica dentro de la comunidad de fieles. Asimismo, los obispos y religiosos gobiernan sin escuchar al pueblo, comportándose como los gobernantes que todos conocemos en la vida civil.
Luis Zambrano afirma que, al permitir hablar a todos los bautizados, se facilita la manifestación del Espíritu de Dios. Impedir esto significa quitarle al Espíritu la posibilidad de hacerse sentir y escuchar públicamente en la fe.


