La capacidad de empatizar ya no es automática entre los puneños, quienes enfrentan un deterioro progresivo en sus relaciones humanas debido a la crisis social actual, alertó José Santos Carreño Gálvez, exdecano del Colegio de Psicólogos de Puno, especialista que cuestiona la supuesta evolución ética y emocional del ser humano.
El profesional de la salud mental advirtió que la pérdida significativa de empatía y sensibilidad social compromete factores fundamentales para la convivencia y respeto mutuo en la región. Esta situación genera consecuencias que trascienden el ámbito social, impactando directamente en la calidad de las interacciones cotidianas entre habitantes.
Carreño sostuvo que el desarrollo social no puede medirse únicamente en términos materiales como crecimiento económico o construcción de infraestructura, sino que debe considerar también el fortalecimiento de valores humanos. El especialista enfatizó que actualmente esta tarea se encuentra descuidada, especialmente dentro del núcleo familiar puneño.
Según el psicólogo, se perdió el hábito de compartir, conversar y establecer vínculos sólidos, dinámicas reemplazadas por aislamiento y consumo de contenidos que frecuentemente fomentan violencia. Esta transformación social genera actitudes individualistas desconectadas de lo humano, fenómeno que preocupa a los especialistas en comportamiento.
El exdecano alertó sobre el rol destructivo que cumplen las redes sociales en la formación de valores, plataformas que promueven modelos erróneos de relaciones y comportamiento humano. Estos canales digitales influyen negativamente en la construcción de vínculos interpersonales saludables entre la población puneña.
Carreño asoció el incremento de violencia dentro de las relaciones de pareja con la carencia de herramientas emocionales y redes de apoyo efectivas. Este fenómeno refleja la ausencia de educación emocional que debería desarrollarse desde temprana edad en los hogares y instituciones educativas regionales.
El especialista subrayó una paradoja contemporánea: pese a mayor conectividad tecnológica, las personas viven en aislamiento creciente, situación que agrava conflictos afectivos y deteriora la salud mental colectiva. Esta desconexión humana contrasta con la hiperconexión digital que caracteriza las relaciones actuales en la sociedad puneña.
Finalmente, Carreño enfatizó que la capacidad empática se aprende y cultiva, proceso que requiere atención deliberada y sostenida desde las familias e instituciones sociales. La recuperación de vínculos humanos genuinos demanda esfuerzos conscientes para contrarrestar las tendencias individualistas que prevalecen en la crisis social regional.
