La crisis ambiental en la ciudad de Puno alcanza un punto crítico cuando el relleno sanitario de Itapalluni se encuentra al límite de su capacidad operativa, obligando a las autoridades municipales a rechazar residuos sólidos provenientes de otros distritos de la región altiplánica.
El regidor, Arturo Mamani Pandia, confirmó que desde 2023 la infraestructura presenta deficiencias graves que impiden recibir mayor volumen de desechos urbanos, situación que se agravó con la llegada no autorizada de basura desde Juliaca y otros municipios norteños.
«No estamos en la capacidad porque queda pendiente la culminación de cuatro celdas que va a albergar una cantidad considerable de toneladas de residuos sólidos», declaró Mamani durante una entrevista radial, donde reconoció las limitaciones estructurales del principal centro de tratamiento de desechos de la provincia.
La única excepción contemplada corresponde al distrito insular de Amantaní, cuya ubicación geográfica justifica técnicamente el traslado de sus residuos hacia las instalaciones de Itapalluni, según explicó la autoridad edil en el marco de las celebraciones del Día Mundial del Medio Ambiente.
Las deficiencias incluyen cuatro celdas sin terminar y una planta de lixiviados que debería estar funcionando desde hace meses, comprometiendo la capacidad de procesamiento y el manejo adecuado de los líquidos contaminantes generados por la descomposición de residuos orgánicos.
El Concejo Municipal mantiene vigilancia constante sobre el relleno sanitario tras asignar presupuesto adicional durante 2024 para adecuaciones urgentes, aunque las autoridades reconocen que primero deben resolver la gestión de residuos de la propia ciudad de Puno antes de considerar solicitudes externas.
