Puno se ubica como la tercera región más pobre del país, el 41,6% de su población vive en situación de pobreza monetaria, lo que representa a más de 435 mil personas que no logran cubrir sus necesidades básicas, según datos oficiales del INEI y especialistas de REDES.
La cifra de pobreza en Puno ha crecido en los últimos años, antes de la pandemia el porcentaje era de 34,7%, ahora la región supera el 41%, lo que refleja el impacto de la crisis económica, la caída de la inversión y los problemas sociales que afectan la zona.
Dittmer Quispe, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo, señala que la falta de empleo formal y el bajo crecimiento en sectores como agricultura, construcción y turismo limitan las oportunidades para la población más vulnerable, especialmente en el área rural.
En Puno, la informalidad laboral supera el 91%, más de 756 mil trabajadores no cuentan con derechos laborales ni acceso a seguridad social, la mayoría se desempeña en la agricultura, el comercio y la construcción, lo que perpetúa la precariedad y la inestabilidad económica.
El ingreso promedio de una persona en pobreza no supera los S/454 mensuales, este monto resulta insuficiente para cubrir la canasta básica, que en la zona rural alcanza los S/1,352 y en la urbana S/1,596, lo que obliga a muchas familias a reducir gastos en salud, educación y alimentación.
La pobreza en Puno no solo es monetaria, más del 46% de los habitantes sufre pobreza multidimensional, carecen de al menos un servicio básico como agua, electricidad, saneamiento, salud o educación, lo que limita sus posibilidades de desarrollo y bienestar.
El acceso a servicios básicos es muy desigual, solo las ciudades de Juliaca y Puno cuentan con cobertura adecuada, en las zonas rurales cerca del 70% de la población no tiene servicios esenciales, lo que agrava la exclusión social y económica.
El empleo formal en la región es muy bajo, apenas 43 mil personas tienen un trabajo con contrato y beneficios, la mayoría labora en el sector servicios, mientras que la informalidad y la falta de protección social afectan a la gran mayoría de los trabajadores.
La falta de oportunidades educativas y formativas desde la infancia contribuye a que la pobreza se mantenga de generación en generación, el entorno y las condiciones estructurales dificultan que los puneños puedan mejorar su calidad de vida y salir del círculo de la pobreza.
Expertos y autoridades locales coinciden en que Puno necesita políticas públicas que promuevan la inversión, el empleo formal y el acceso a servicios básicos, solo así será posible reducir la pobreza y brindar mejores oportunidades a las más de 435 mil personas que hoy viven en situación vulnerable.