En el mes de enero de 2023, la región de Puno vivió momentos críticos que marcarían el año desde sus primeros días. Tras un breve periodo de tregua al ingresar al nuevo año, las protestas resurgieron con fuerza, dando inicio a un periodo tumultuoso.
El reinicio de las manifestaciones en los primeros días de enero tenía como objetivo oponerse a la presidencia de Dina Doluarte, quien permaneció en el cargo después del fallido golpe de estado de Pedro Castillo en diciembre de 2022.
El 9 de enero del mismo año se convirtió en un día histórico y trascendental a nivel nacional e internacional. Miles de habitantes del norte de la región de Puno se movilizaron hacia la salida a Cusco de Juliaca, intentando tomar la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional Inca Manco Capac. Sin embargo, fueron violentamente repelidos por las fuerzas policiales, desencadenando un enfrentamiento que, con el paso de los minutos, cobró la vida de varios manifestantes.
Este enfrentamiento, que prácticamente se convirtió en una guerra, se prolongó durante varias horas, dejando decenas de heridos y varias víctimas fatales que fueron trasladadas al hospital de Juliaca debido a impactos de bala y perdigones. En este contexto, también perdió la vida el médico Marco Antonio Samillan Sanga, parte de los brigadistas de apoyo médico para los manifestantes.
Con la caída de la noche, la multitud enfurecida por la muerte de los manifestantes se dirigió al centro de la ciudad, intentando tomar las instalaciones del centro comercial Real Plaza. En esta zona, se registró un enfrentamiento feroz entre manifestantes y la policía, resultando nuevamente en múltiples víctimas mortales.
Casi a la medianoche, se confirmó el fallecimiento de 18 ciudadanos, entre adolescentes, jóvenes y adultos. Los familiares vivieron escenas desgarradoras de dolor y desesperación. Además, más de cincuenta personas resultaron heridas y fueron atendidas en el hospital Carlos Monje Medrano de Juliaca.


