La inteligencia artificial como concepto se remonta a la década de 1950, cuando científicos como John McCarthy, Marvin Minsky, Claude Shannon y Nathaniel Rochester organizaron un proyecto de investigación de verano que sentaría las bases de esta nueva disciplina.
En el seminario de 1956 celebrado en Conferencia de Dartmouth, acuñaron el término “inteligencia artificial” y definieron el desafío de usar máquinas para resolver problemas que hasta el momento sólo podían resolverse usando inteligencia humana.
Los primeros enfoques de la década de 1950 consistieron en intentar programar computadoras para resolver problemas lógicos y algebraicamente definidos.
En 1957 Herbert Simon y Allen Newell desarrollaron el General Problem Solver, un programa temprano que imitaba el razonamiento humano para resolver problemas matemáticos sencillos.
Otros científicos como Frank Rosenblatt investigaron el “perceptrón”, una red neuronal artificial inspirada en las conexiones neuronales en el cerebro humano.
Aunque la IA temprana mostró un progreso alentador, a partir de la década de 1970 su desarrollo se estancó, atravesando décadas conocidas como el “invierno de la IA” debido a las limitaciones tecnológicas para construir máquinas realmente inteligentes según los estándares humanos. No sería sino hasta recientes avances en computación, algoritmos y disponibilidad masiva de datos que la IA resurgiría con nuevos bríos en el siglo XXI.
Recientemente las empresas tecnológicas invirtieron fuertemente en su desarrollo. En 2010, Demis Hassabis creó DeepMind en Londres específicamente para construir IA de propósito general. Hassabis obtuvo apoyo económico de inversionistas reconocidos como Peter Thiel y Elon Musk.
Mientras tanto, Geoffrey Hinton, pionero de la IA en la Universidad de Toronto, entrenó redes neuronales para reconocimiento de objetos con gran precisión en 2012. Ante esto, Google y Microsoft entraron en una intensa puja que llegó a una oferta récord de $44 millones para contratar a Hinton y sus estudiantes.
Inspirado en los avances de Hinton, el fundador de Facebook Mark Zuckerberg también comenzó a contratar expertos en IA de primer nivel para su propio laboratorio, determinado a no quedarse atrás.
Ante el interés en la IA de las grandes tecnológicas, Hassabis decidió vender DeepMind a Google en 2014 por $650 millones, estableciendo condiciones sobre usos militares y la creación de una junta de supervisión ética.
En 2015, Larry Page y Elon Musk protagonizaron un tenso debate sobre los posibles riesgos de una IA superinteligente en una fiesta. Poco después, un descontento Musk abandonó la junta de DeepMind y creó OpenAI para contrabalancear los esfuerzos de su antiguo aliado Page, invirtiendo $1000 millones iniciales.
En 2016, DeepMind impactó al mundo al derrotar al campeón mundial de Go mediante su innovador sistema AlphaGo, aumentando los temores sobre los peligros de una IA autónoma e incontrolable.
Ante varios desacuerdos sobre la creciente orientación comercial de OpenAI, en 2018 Musk se separó del proyecto llevándose su valioso financiamiento. Poco después OpenAI recibió $1000 millones de Microsoft para mantenerse a flote.
Un grupo de investigadores de OpenAI abandonó en 2021 para crear Anthropic, una nueva empresa enfocada en construir IA segura con más controles. Lograron conseguir inversiones de $6000 millones por parte de Amazon y Google.
En 2022, los directivos de OpenAI impresionaron a Bill Gates al presentarle su sistema GPT-4 respondiendo correctamente un complejo examen de biología. Poco después lanzaron ChatGPT, el popular chatbot que ya es usado por más de 100 millones de personas a solo meses de su debut.
La creciente competencia en IA demuestra tanto las visiones futuristas como los temores existentes sobre esta tecnología emergente que podría radicalmente transformar al mundo. En medio de esta carrera tecnológica encontramos enfrentamientos entre figuras poderosas como Musk, Page, Gates, Altman y más.
Aunque su futuro es incierto, el desarrollo de la IA será sin duda moldeado por las grandes apuestas, decisiones e inversiones que realicen los gigantes tecnológicos en esta acelerada carrera por dominarla y rentabilizarla.