Ciudadanos indican que el costo de vida se encareció drásticamente en San Antonio de Putina a causa de la especulación comercial. Los comerciantes subieron el precio de productos básicos como el pan hasta cincuenta céntimos por unidad. Los visitantes traen su propia comida y refrescos al ingresar a la localidad para ahorrar dinero.
El pretexto brindado por los negocios es simple: Putina es considerada una zona minera en crecimiento. Por ello, los restaurantes y tiendas cobran más por sus productos esenciales. Los panes embolsados se venden a diez unidades por un precio de cuatro soles en las calles.
Esta situación contrasta fuertemente con las ciudades vecinas como Huancané y Quilcapuncu. En Huancané el pan se mantiene a cuatro unidades por solo un sol. Otros productos básicos están a precios normales al alcance de la economía familiar.
La mayoría de la población local no trabaja en minería, sino que son productores del campo. Estos ciudadanos manifiestan cómo los altos precios afectan severamente su presupuesto familiar obligando a que muchos consumidores prefieran comprar mercancías de vendedores que llegan de afuera.
Comerciantes de Juliaca y Huancané llegan a la plaza de abastos de Quilcapuncu a vender sus productos ya que ellos ofrecen sus productos a precios mucho más económicos que los locales de la zona.
Un ingeniero geólogo manifestó su preocupación sobre la duración de la actividad minera. Él indicó que el poco oro que tiene la mina La Rinconada está por acabarse por lo cual la ciudad ya se encuentra en estado de ruinas.


