Los manifestantes quemaron un violín de cartón frente al Congreso de la República como símbolo de las múltiples denuncias contra el presidente peruano, bajo la consigna «que se vayan todos». La protesta en la avenida Abancay inició pacíficamente con expresiones culturales y artísticas desde temprano, pero derivó en confrontación cuando grupos lanzaron la figura sobre la reja parlamentaria. La policía lanzó cinco bombas lacrimógenas sin contemplar que había ancianos, madres con hijos y transeúntes en la zona.
Las llamas consumieron el violín mientras el humo invadía el frontis del Parlamento y los alrededores de Plaza Bolívar. Los grupos estudiantiles habían marchado pacíficamente desde San Marcos hacia Plaza 2 de Mayo durante la mañana con cantos y bailes. Un grupo portaba el violín que posteriormente arrojaron por encima de las rejas para prenderle fuego como expresión simbólica del rechazo.
Los primeros grupos llegaron desde Plaza San Martín y se congregaron en el frontis parlamentario manteniendo su carácter pacífico inicialmente. La manifestación incluía arengas, y pifias antes de que se produjera el incendio de la figura del violín.
Respuesta policial desmedida afecta a ciudadanos sin distinción
La policía empujó y golpeó a los presentes, además de disparar perdigones que impactaron en cuerpos de jóvenes. Los afectados no portaban ningún elemento contundente, evidenciando la falta de previsión en el operativo policial desplegado. En vez de identificar a quienes iniciaron los desmanes, se fueron contra todo ciudadano que se encontraba en el lugar sin mediar palabra.
El cordón policial formó dos filas estratégicas sin distinguir entre manifestantes, ancianos, madres con hijos y transeúntes que transitaban. Las autoridades ejecutaron una represión excesiva contra todos los presentes en la zona de Plaza Bolívar. La policía tuvo una vez más una respuesta agresiva y violenta hacia manifestantes que solo observaban lo que acontecía en el frontis parlamentario.
Diversas transmisiones en vivo relataban el desmedido actuar de la policía que tenia por finalidad reprimir la protesta, sobre los actos de un grupo que a las finales no se detuvo, sino empezaron a lanzar gases lacrimógenos que afectaron indiscriminadamente a personas que se encontraban en el lugar sin participar de las acciones. Nicolás de Piérola con avenida Abancay concentraba el contingente policial más grande que ejecutó el operativo de desalojo sin contemplaciones hacia la población civil.