La estigmatización contra periodistas se ha vuelto una práctica común en regímenes que intentan silenciar voces críticas. Casos recientes en el Perú y Argentina reflejan esta tendencia, que sigue el patrón impulsado por Donald Trump durante su presidencia, señaló Zuliana Lainez, presidenta de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP).
En entrevista con Razón Libre de Pachamama Radio, Lainez recordó cómo Trump, durante sus mítines de campaña, señalaba a los medios acusándolos de “fake news”, incitando a sus seguidores a abuchear e incluso lanzar objetos. Estas acciones creaban un entorno hostil y peligroso para quienes cubrían los eventos.
En el Perú, la presidenta Dina Boluarte ha adoptado una postura confrontacional con la prensa. Durante conferencias, ha interrogado a periodistas sobre sus medios y anotado sus nombres, en lo que muchos interpretan como una forma de intimidación. Además, un exministro del Interior descalificó a una reportera de Radio Marañón sugiriendo que necesitaba explicaciones “con manzanitas”.
Una situación similar se dio en Argentina, donde un funcionario del gobierno de Javier Milei fue grabado burlándose de un periodista del diario Tiempo Argentino. Para Lainez, esto confirma que el desprecio hacia la prensa independiente se está consolidando como estrategia política en la región.
Tres pilares que atacan los regímenes autoritarios
Según advirtió, los intentos por criminalizar el derecho a la protesta, la libertad de prensa y la organización colectiva buscan sentar las bases de sistemas autoritarios en América Latina. Estos ataques no son hechos aislados, sino parte de un modelo sistemático de represión.
Frente a este panorama, los periodistas deben recordar que su labor no es agradar al poder, sino incomodarlo. “No somos amigos de los políticos ni oficinas de imagen”, afirmó Lainez, sino profesionales con el deber de fiscalizar y denunciar posibles actos de corrupción.
La reflexión constante sobre el ejercicio del periodismo es clave para no perder de vista que la información es un derecho del pueblo. Los comunicadores no responden al poder político, económico ni militar, sino a la ciudadanía.
En un contexto de creciente hostilidad, reafirmar el compromiso con la verdad y la transparencia es más necesario que nunca. La libertad de prensa, como pilar democrático, debe ser defendida frente a cualquier intento de censura.