La Cuenca Llallimayo despierta alerta en miles de habitantes que preparan un paro indefinido tras años de contaminación y promesas rotas, el presidente del Frente de Defensa de los Recursos Hídricos, Marcelino Surco Quispe, advierte que la salud está en riesgo y exige respuestas inmediatas.
Los vecinos aseguran que desde hace años buscan diálogo, las familias desean recuperar su bienestar y proteger a sus hijos, pero el gobierno central ignora sus llamados y la situación empeora cada día.
Las autoridades nacionales viajaron varias veces a la zona, los ministros ofrecieron ayuda y soluciones concretas pero las palabras quedan en el aire sin avances visibles para los agricultores y ganaderos locales.
La semana pasada, cientos de personas marcharon en la capital de Puno, la protesta dio un plazo de cinco días al gobierno, los pobladores exigen que los ministros lleguen a la provincia de Melgar y escuchen sus demandas directamente.
Al vencer el plazo, las comunidades recibieron un oficio, el documento sólo plantea continuar trabajos técnicos y evita la visita de ministros, el descontento crece por la falta de acción.
Tras el oficio, autoridades distritales y dirigentes acordaron reunirse este viernes en la cuenca Llallimayo, la asamblea decidirá las medidas frente a la negativa del gobierno y evaluará nuevos pasos para la protesta.
Los alcaldes decidieron viajar a Lima en busca de diálogo, el alcalde provincial ya se encuentra en la capital y plantea la urgencia de una solución real que proteja el acceso a agua limpia y saludable.
Muchos aseguran que el gobierno permite la pasividad de la empresa minera implicada, la minera formal operó en la zona, dejó ríos contaminados y la preocupación llega incluso a otras regiones que temen situaciones similares.
La contaminación afecta la vida diaria de los habitantes, los pastos y animales sufren, carecen de agua limpia y las familias se ven obligadas a modificar actividades ganaderas y buscar alternativas cada vez más lejanas.
En la ciudad de Ayaviri, miles de personas consumen agua del mismo río Llallimayo, médicos confirman la presencia de arsénico y metales pesados en sangre de niños, embarazadas y adultos mayores, la angustia de los padres crece por el futuro de sus hijos.
Los pobladores de la cuenca piden la construcción de plantas de tratamiento y tecnología para limpiar el río, ya no basta con inspecciones ocasionales, el daño está hecho y la recuperación demanda obras inmediatas y decisiones responsables.
El dirigente sostiene que el gobierno favorece intereses mineros y da permisos sin atender las consecuencias, los habitantes denuncian abandono y temen que la pobreza y el deterioro ambiental aumenten con el tiempo.


