El campo puneño arranca una nueva campaña agrícola marcado por el abandono, el ingeniero Cleto Valencia Izaguirre asegura que el gobierno central prioriza a las grandes agroexportadoras y deja de lado a quienes día a día alimentan los mercados internos con papa, quinua y leche.
Los productores de Azángaro observan una mínima presencia de maquinaria agrícola y técnicos, mientras las autoridades regionales y municipales muestran poco interés en fortalecer el desarrollo agrario y brindar apoyo efectivo a quienes cultivan la tierra en Puno.
El ingeniero Cleto Valencia Izaguirre resalta que los pequeños agricultores esperan tractores y asesoría para sembrar quinua y papa, pero las agencias agrarias aún no despliegan apoyo técnico ni capacitación en el campo, lo que limita el avance de los cultivos y su productividad.
Los comuneros explican que el presupuesto recibido fue recortado desde el gobierno central, situación que impide organizar la compra y uso de maquinaria suficiente, así la siembra de los principales productos se retrasa y reduce sus posibilidades de cosecha favorable.
Los productores rurales requieren asistencia técnica permanente para definir qué sembrar y cuándo hacerlo, pero las municipalidades solo disponen maquinaria por pocas horas y no desarrollan capacitaciones, así los agricultores desconocen el manejo óptimo del suelo y los cultivos.
Valencia Izaguirre señala que el Ministerio de Agricultura y Riego no muestra presencia efectiva en Puno, el Midagri prioriza beneficios a agroexportadores de la costa, enfoca sus créditos y exoneraciones hacia grandes empresas y no atiende las necesidades de la pequeña agricultura.
El ingeniero narra cómo el Estado asigna el 70% del presupuesto agrario a la agroexportación, grandes grupos como Romero y Alicor reciben apoyo para ampliar sus cultivos y créditos, mientras los pequeños productores de la sierra continúan marginados.
En Azángaro apenas llegan proyectos de siembra de alfalfa y solo en algunos sectores, avalando la desigualdad entre los grandes exportadores y quienes sustentan la dieta local con alimentos frescos y orgánicos.
El también exdirigente afirma que el Ministerio de Agricultura otorga mínimas cantidades de recursos a Puno y que las políticas actuales excluyen a los productores familiares, quienes abastecen de quinoa, papa y leche a los mercados de Juliaca, Arequipa y Cuzco.
En ese marco, el entrevistado indica que los tratados comerciales y leyes promueven la agroexportación, pero la agricultura familiar queda al margen pues no puede cumplir con los volúmenes y requisitos internacionales, faltan proyectos de apoyo que beneficien realmente a quienes cultivan en la sierra.
El ingeniero advierte que la política agraria está dirigida a sectores empresariales que manejan extensas áreas de cultivos, mientras el campo altoandino sobrevive con 5 o 10 hectáreas, sosteniendo el consumo local con alimentos orgánicos que no reciben apoyo estatal.
Valencia Izaguirre pide que se ejecuten proyectos de envergadura a nivel altoandino, porque la actual distribución de recursos favorece solo a la agroexportación de productos como arándanos, uvas y paltas, el campo puneño necesita inversión y planificación.
En Puno los agricultores alimentan varias regiones del sur con papa y quinua, pero el Estado no reconoce ni atiende sus aportes a la seguridad alimentaria, la brecha presupuestaria los deja sin herramientas para mejorar la producción y enfrentar la competencia.
La falta de proyectos de impacto perpetúa el abandono, la costa recibe la atención del gobierno central, mientras la sierra espera por maquinaria y asesoría, sin garantías para la siembra o comercialización de sus productos más esenciales.
Cleto Valencia Izaguirre lamenta que la política agraria privilegia los intereses empresariales y no reorienta recursos hacia la agricultura familiar, los principales beneficios económicos se concentran lejos de quienes generan alimentos en Puno.