El presidente argentino Javier Milei enfrentó ayer un contundente revés electoral en la provincia de Buenos Aires, bastión clave con el 40% del padrón nacional, al perder por 13 puntos frente al peronismo en comicios que anticipan las legislativas de octubre. Con el 90% de los votos escrutados, su partido La Libertad Avanza obtuvo solo el 34%, mientras la oposición left-wing se alzó con el 47%, consolidando un triunfo que resonó como advertencia nacional.
La derrota, reconocida por el propio Milei ante seguidores con rostros sombríos, expuso las grietas de su gestión: “Hemos sufrido un traspié y debemos asumirlo con responsabilidad”, declaró en un discurso donde prometió “no retroceder” en su plan de ajuste, pese a los cuestionamientos. El resultado superó las peores proyecciones de sus aliados, que temían un efecto dominó en las próximas elecciones.
El escenario económico agravó el panorama. Aunque Milei logró reducir la inflación de tres dígitos y desmantelar controles cambiarios, los argentinos aún no perciben la recuperación prometida. “Su ideología de Estado mínimo choca con una realidad donde la inversión privada no llega”, advirtió la analista Ana Iparraguirre. La confianza del consumidor cae, el desempleo sube y las tasas de interés baten récords, mientras el gobierno interviene el mercado para frenar la devaluación del peso.
Un triunfo peronista con sabor a revancha
La exmandataria Cristina Fernández, condenada por corrupción y bajo arresto domiciliario, celebró el triunfo desde su balcón: “¿Viste, Milei? Salí de tu burbuja, hermano… Se pone feo”, escribió en X. Su figura, aunque inhabilitada para la política, sigue movilizando multitudes y polarizando el debate, recordando que el peronismo —movimiento nacido en los 40— sigue siendo una fuerza electoral imbatible en la provincia.
El gobernador Axel Kicillof, su antiguo protegido, capitalizó el descontento. En un discurso vibrante, enumeró lo que los votantes “le explicaron a Milei”: “Las urnas gritaron que no se pueden frenar obras públicas, ni maltratar a jubilados, ni abandonar a los discapacitados”. El triunfo de Kicillof lo posiciona como posible líder futuro del peronismo, en un contexto donde el oficialismo lucha por ampliar su minoría en un Congreso dominado por la oposición.
Milei enfrenta ahora un dilema estratégico. Necesita ganar escaños en octubre para impulsar reformas libertarias que prometan pagar la deuda externa, pero el rechazo en Buenos Aires —distrito más poblado— podría espantar a inversores y agravar la crisis. “Es una señal clara del humor social y un llamado de atención para el gobierno”, analizó Juan Cruz Díaz, de Cefeidas Group.
Midterms bajo la lupa: ¿puede Milei recuperar el rumbo?
El escándalo de corrupción que salpica a su hermana y la falta de resultados tangibles en la economía —pese al acuerdo con el FMI— complican su mensaje. “Milei apuesta a que el sector privado reactive el crecimiento, pero la gente no aguanta más”, señalaron fuentes cercanas. Mientras, el peronismo celebra con banderas en las calles, recordando que, pese a sus propias crisis internas, sigue siendo el único contrapeso a un proyecto que muchos ven como “ajuste sin red”.
El presidente insistió en que “procesarán los errores”, pero sin ceder en su receta. El riesgo es alto: si no convence en octubre, su agenda podría quedar paralizada. “La reacción del gobierno en las próximas semanas será clave”, advirtió Díaz. En las calles de La Plata, donde Milei habló anoche, el silencio de sus seguidores contrastaba con los cánticos peronistas a pocas cuadras.
El mapa político argentino se redefine. Buenos Aires no solo eligió diputados: envió un mensaje. Milei deberá decidir si ajusta el rumbo o redobla la apuesta en un país donde la paciencia, como el peso, se devalúa día a día.


