Rodrigo Paz, senador boliviano de 58 años e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, ganó la elección presidencial este domingo tras derrotar al exmandatario Jorge «Tuto» Quiroga. El centrista se convierte en el primer conservador en conquistar la presidencia del país andino en dos décadas. Asumirá el cargo el 8 de noviembre para enfrentar la peor crisis económica en cuarenta años. Su victoria sorprendió a analistas que lo consideraban un candidato marginal hace tres meses.
Paz heredará una economía devastada tras veinte años de gobierno del Movimiento Al Socialismo, fundado por Evo Morales. El modelo estatista del partido colapsó después del auge de las materias primas de los años 2000. Las exportaciones de gas natural se desplomaron mientras el país enfrenta escasez crítica de dólares estadounidenses. Los bolivianos esperan días en filas interminables para conseguir combustible, situación que determinó su voto por el cambio.
El senador propuso reformas graduales frente al programa de choque fiscal respaldado por el FMI que defendía Quiroga. Los votantes apostaron por un ritmo moderado de transformaciones económicas que incluye eliminar subsidios a los combustibles y devaluar la moneda. Paz prometió transferencias en efectivo para los pobres y otros beneficios que suavicen los ajustes más duros.
De alcalde cuestionado a candidato presidencial sorpresa
Nacido en Santiago de Compostela durante el exilio español de su padre, Paz inició su carrera en el partido izquierdista paterno. Su padre escapó de la dictadura del General Hugo Bánzer en los años sesenta, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionario de inspiración marxista. Irónicamente, Paz Zamora pactó con el dictador que lo encarceló para ganar la presidencia en 1989. Su mandato implementó disciplina fiscal y reformas de libre mercado que entusiasmaron a inversionistas.
El presidente electo fue alcalde de Tarija entre 2015 y 2020, donde modernizó el centro con plazas y paseos peatonales. Los residentes de clase trabajadora se sintieron excluidos mientras la región petrolera enfrentaba caída de ingresos. Sus despidos en el sector público para reducir el déficit provocaron furia sindical. Tarija rechazó a su hijo nativo en ambas rondas electorales pese a su triunfo nacional en seis departamentos.
Cuando comenzó la campaña en agosto, Paz ni siquiera clasificó para los primeros debates televisados. Guardias de seguridad removieron a sus simpatizantes que interrumpieron una transmisión con un cartel mostrando su información de contacto. Antes de la elección del 17 de agosto figuraba cerca del último lugar entre ocho candidatos. En actos pequeños en los Andes luchaba por llenar auditorios con su discurso moderado.
El factor «Capitán Lara» impulsa victoria inesperada
Su elección del excapitán de policía Edman Lara como compañero de fórmula fue casi accidental tras la renuncia de su primera opción. Lara fue despedido en 2023 por denunciar corrupción policial en videos virales de TikTok que amplificaron el mensaje anticorrupción de Paz. El «Capitán Lara» conectó con residentes indígenas de clase trabajadora del altiplano, antigua base del Movimiento Al Socialismo.
La dupla montó una campaña vertiginosa de «capitalismo para todos» con eventos sin lujos regados de cerveza. Sirvieron carne asada y prescindieron de vallas publicitarias costosas para contrastar con el adinerado Quiroga y su abultado presupuesto. El tono populista convenció a votadores de que implementarían cambios a ritmo tolerable. Prometieron ayudas en efectivo y beneficios que amortigüen los recortes más severos en un país diverso.
Entre rondas electorales, Paz visitó Washington expresando que mejorar relaciones con Estados Unidos es necesario para el éxito boliviano. El Secretario de Estado Marco Rubio declaró tarde el domingo que la victoria «marca una oportunidad transformadora para ambas naciones». Estados Unidos ofrecería cooperación en inmigración ilegal, acceso al mercado para inversión bilateral y combate a organizaciones criminales transnacionales. Bolivia había expulsado a la DEA y al embajador estadounidense en 2008 bajo Morales, aliándose con Venezuela, China y Rusia.
