Una caída del 30% en la producción de papa registrada este año refleja la crisis que atraviesa el sector agrícola en Puno. Las lluvias tardías e intensas, que se extendieron hasta abril, afectaron gravemente a agricultores y los cultivos, evidenciando la vulnerabilidad del agro frente al cambio climático, dijo Claudio Ramos, coordinador local del proyecto CLIMANDES.
En entrevista con Razón Libre de Pachamama Radio, señaló que esta situación pone en evidencia el abandono tecnológico que enfrentan los pequeños productores. Mientras en Europa las clases dominantes impulsaron la tecnificación agrícola para cubrir necesidades básicas, en el Perú ocurre lo contrario.
“El agro en nuestro país sigue siendo marginado. Los agricultores continúan utilizando tecnologías ancestrales sin apoyo para modernizarlas”, afirmó Ramos. Este rezago, añadió, agrava la inseguridad alimentaria y limita las posibilidades de desarrollo rural.
El especialista también criticó a la clase dominante peruana, calificándola como “lumpen”, por su desinterés hacia el agro. Acusó a esta élite de enriquecerse sin invertir en el desarrollo tecnológico de un sector importante que sostiene la alimentación del país.
Ramos responsabilizó además a instituciones como el INIA y a las universidades, por no asumir un rol activo en la innovación agrícola. Señaló que el país carece de una política de Estado seria y sostenida que promueva la investigación y modernización del agro.
Plagas y enfermedades emergen como amenazas adicionales para el campo
A los problemas climáticos se suman ahora graves amenazas fitosanitarias. En la zona de Acora, los productores de ajo enfrentan una infestación sin precedentes de nemátodos, lo que pone en riesgo sus cultivos y economía familiar. Ramos calificó esta situación como extremadamente peligrosa y difícil de erradicar.
Plagas como el gorgojo también afectan los cultivos y requieren atención técnica urgente. Sin embargo, las instituciones encargadas no responden con la rapidez necesaria, dejando a los agricultores en situación de vulnerabilidad.
Pese a estas dificultades, la pequeña agricultura sigue siendo el principal soporte alimentario de la región y del país. No obstante, continúa enfrentando la histórica indiferencia del Estado, que hasta ahora no ha priorizado políticas efectivas para su desarrollo.