La ciudad de Juliaca cerró el último lunes con un cacerolazo masivo mientras los enfrentamientos entre civiles, militares y policías continuaban. La represión de las fuerzas del orden dejó como saldo más de 12 fallecidos y decenas de heridos en cuestión de horas, en su mayoría, personas de provincias del norte de la región que ese día llegaron a Juliaca para protestar contra el Gobierno central.
El origen del conflicto es el rechazo de la población puneña hacia el Gobierno de turno, liderado por Dina Boluarte. También reclaman el cierre inmediato del Congreso de la República y el adelanto de elecciones generales.
La presidenta, lejos de generar salidas a este problema, provocó aún más a la población al desconocer el pliego de reclamos de la ciudadanía. «Hermanos de Puno, donde todavía se están levantando en protesta ¿de qué? No se está entendiendo qué están pidiendo. Ya les he explicado que lo único que estaba en mis manos era el adelanto de elecciones y ya lo propusimos. Pero después, lo que están ustedes pidiendo es pretexto para seguir generando el caos», expresó.
Ello solo caldeó los ánimos de la población, que en Juliaca, Puno, Azángaro y demás jurisdicciones de la región, anunció que radicalizará las acciones de protesta. Miles de manifestantes permanecerán en las calles exigiendo la renuncia de la que consideran una presidenta usurpadora.
Centros de salud de Juliaca, así como el hospital Carlos Monge Medrano, ya habían colapsado hasta las 19:00 horas del último lunes, pacientes en pasillos y personal que no se da abasto, acompañado de los sollozos de los familiares, era el panorama que se tenía en Juliaca. Los más de 12 heridos dejan a hijos en orfandad y familias que claman justicia por tan cruel asesinato.