La Tierra se mueve constantemente, girando alrededor del Sol y sobre su propio eje, lo que da lugar a un día y una noche. Este movimiento es rápido, pero no lo suficiente como para que lo percibamos en nuestro cuerpo, debido a que el umbral de detección del sistema vestibular es muy bajo, 0,25º por minuto. La velocidad de la Tierra varía dependiendo de la ubicación geográfica, siendo mayor en el ecuador y disminuyendo a medida que nos acercamos a los polos. Esta es la razón por la que los cohetes se lanzan cerca del ecuador y en sentido este, ya que de esta forma aprovechan al máximo la velocidad de la Tierra. También es importante destacar que la rotación terrestre produce un achatamiento en los polos.
La Tierra no solo se mueve sobre su eje y alrededor del Sol, sino que lo hace junto con otros siete planetas y más de cien lunas, a diferentes velocidades y trazando órbitas desiguales. El dibujo del conjunto se asemeja a una nube de pájaros revoloteando alrededor de una fuente luminosa. Sabemos que el núcleo terrestre, compuesto fundamentalmente por hierro, rota algo más rápido que el manto y la corteza terrestre, un fenómeno conocido como «super rotación».
La rotación de la Tierra es necesaria para evitar que el día y la noche duren seis meses cada uno. Si no hubiese rotación, el planeta sería una esfera casi perfecta y los polos no estarían achatados. A pesar de la velocidad de rotación de la Tierra, 1 675 kilómetros por hora, no sentimos ninguna aceleración o desaceleración en nuestro cuerpo debido al umbral de detección del sistema vestibular. Es por esta misma razón que tampoco percibimos la velocidad cuando viajamos en un avión o en un tren de alta velocidad, a menos que haya una aceleración o deceleración brusca.
La velocidad de la Tierra varía dependiendo de la ubicación geográfica, siendo mayor en el ecuador y disminuyendo a medida que nos acercamos a los polos. Por ejemplo, los habitantes de Madrid, que se encuentra a unos 40º de latitud, se mueven a 1275 Km/h.
El sistema vestibular en nuestro oído es el encargado de detectar los giros en nuestro cuerpo y tiene un umbral de detección cercano a 2º por segundo. Como la velocidad de giro de la Tierra es muy pequeña, 0,25º por minuto, está por debajo del umbral del sistema vestibular y por lo tanto, no lo percibimos.