sábado 04, octubre 2025
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Puno: Siembras se retrasan y suelos se empobrecen por cambio climático

El cambio climático obliga a modificar calendarios agrícolas, reducir el sobrepastoreo y aprovechar residuos orgánicos para recuperar fertilidad

Agricultura en Puno enfrenta lluvias tardías y suelos empobrecidos, productores adaptan siembras y combinan saberes ancestrales con ciencia,

La agricultura en Puno atraviesa una transformación debido al cambio climático que ha alterado de forma drástica los ciclos tradicionales de siembra, afectando cultivos ancestrales como la quinua y los cereales andinos. Las lluvias se retrasan cada año, obligando a los agricultores a modificar los calendarios agrícolas heredados por generaciones, informó Claudio Ramos, coordinador local del proyecto ENANDES de la Dirección Zonal 13 – Puno.

En entrevista con Razón Libre de Pachamama Radio, Ramos explicó que los cultivos de maíz, conocidos como «cultivos maway», antes sembrados en julio, ahora se trasladan a agosto o septiembre. La siembra de quinua, que antes concluía en septiembre, ahora finaliza recién en la segunda quincena de octubre, lo que refleja un cambio estructural en las prácticas agrícolas de la región.

La variabilidad climática se manifiesta en cada campaña con lluvias cada vez más escasas y temperaturas en aumento. El calentamiento global obliga a técnicos y productores a replantear estrategias, adaptándose a condiciones ambientales cada vez más impredecibles en todos los pisos ecológicos.

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Frente a estos cambios, los agricultores siguen usando indicadores naturales transmitidos por generaciones, ahora combinados con la información científica del SENAMHI. Este enfoque intercultural mejora los pronósticos climáticos. Sin embargo, muchos técnicos desconocen las particularidades de cada microcuenca, lo que genera una desconexión con la realidad productiva local, indicó.

Desafíos en fertilidad y manejo de suelos

Ramos advirtió que la quinua extrae hasta 140 kilogramos de nitrógeno por hectárea al año, pero esa cantidad rara vez se repone. Esto ha provocado un deterioro progresivo del suelo. Las panojas, antes grandes y robustas, ahora son delgadas y débiles, evidencia clara del empobrecimiento nutricional del terreno puneño.

El sobrepastoreo agrava aún más esta situación. Los pajonales, que antes alcanzaban alturas capaces de ocultar ovejas, ahora apenas superan los 20 o 30 centímetros. Este desgaste del ecosistema exige un manejo técnico de las praderas, controlando la cantidad de ganado que ingresa a cada área de pastoreo para asegurar su sostenibilidad.

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Además, el estiércol de ovejas, llamas y vacas podría transformarse en compost mediante técnicas que combinan la rotación de praderas, el uso de dormideros y conocimientos tradicionales con saberes modernos como la producción de humus. Paradójicamente, este valioso recurso es transportado en camiones hacia la costa, donde los agricultores reconocen su valor para suelos pobres en materia orgánica, indicó.

Ramos señaló que la gestión de residuos orgánicos urbanos representa una oportunidad desaprovechada. Entre el 50 y 60 % de los residuos domésticos, como cáscaras de verduras y papa, podría convertirse en alimento para animales o compost. Sin embargo, la falta de educación ambiental en colegios, institutos y universidades perpetúa el desperdicio de recursos que podrían fortalecer la agricultura local.

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