El subgerente de Serenazgo Municipal de San Román, Arturo Chávez Chávez cuestionó la decisión de 14 consejeros regionales que rechazaron realizar una sesión descentralizada para abordar la seguridad ciudadana en Juliaca. Chávez calificó la actitud como una falta de compromiso con la ciudad que «Dios les dio a nacer».
El funcionario exigió mayor apoyo logístico y destacó que, pese a contar con 243 agentes y 29 vehículos, la inseguridad persiste. «Nos falta calidad, gana y amor propio para ponernos la camiseta por Juliaca», declaró. La Policía Nacional, según Chávez, no cumple su rol en el patrullaje nocturno, lo que agrava la situación en zonas críticas.
Chávez anunció una reunión con dirigentes vecinales el sábado a las 3 p.m. en el SUMA para analizar soluciones. «La delincuencia ya rebasó los límites», advirtió, y pidió a las autoridades regionales asumir su responsabilidad. El 17 y 18 de noviembre, en la reunión de CORESEC en Puno, se discutirá el tema, pero el subgerente insistió en que «el compromiso debe ser de todos».
El déficit de 30 vehículos es urgente para cubrir puntos estratégicos. «Con más unidades, palearíamos la situación», afirmó. Chávez también reconoció avances en la coordinación con la policía, aunque admitió que «falta fortalecer el patrullaje integrado durante la noche».
La población percibe mayor esfuerzo del Serenazgo que de la policía, según Chávez. «Trabajamos incansablemente, con cariño por esta tierra», aseguró, y recordó que el alcalde Óscar Huila prioriza reducir la delincuencia. Sin embargo, el funcionario advirtió que, sin unidad institucional, los avances serán limitados.
El caso Águila, mencionado por Chávez, refleja la urgencia de un pacto ciudadano-policía-serenazgo. «Si no nos unimos, hechos como ese se repetirán», alertó. La reunión en CORESEC será clave para definir acciones, pero el subgerente dejó claro que «el amor por Juliaca debe estar por encima de todo».
La falta de sesión descentralizada no solo postergó soluciones, sino que evidenció la desconexión entre autoridades. Chávez concluyó con un llamado: «Que vengan, que escuchen a los vecinos. Juliaca no puede esperar más».


