El Gobierno brasileño ha logrado un avance significativo en la lucha contra la deforestación de la Amazonía mediante una estrategia tecnológica innovadora. La vigilancia satelital precisa ha permitido reducir la tala en 6.288 kilómetros cuadrados, la menor área registrada en nueve años.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva celebra estos resultados como una demostración de su compromiso ambiental, contrastando con la política laxa de su antecesor Jair Bolsonaro. Un cambio radical de estrategia se implementó para combatir la destrucción del mayor bosque tropical del planeta.
El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) revolucionó su sistema de monitoreo utilizando satélites Sentinel, que ofrecen imágenes con una resolución tres veces superior a los anteriores. La tecnología marca la diferencia al permitir detectar terrenos de una hectárea con una precisión sin precedentes.
Cláudio de Almeida, coordinador del programa, destacó las mejoras tecnológicas que permiten obtener imágenes cada cinco días, superando las limitaciones de nubosidad. Un salto cualitativo importante que permite una vigilancia más efectiva y continua de los territorios amazónicos.
Las sanciones al sector deforestador se han intensificado, casi duplicándose en el último año. Greenpeace señala que la impunidad sigue siendo un desafío, ya que muchos infractores eluden el pago de multas mediante estrategias legales. La lucha continúa contra los delitos ambientales.
El presupuesto actual del programa de monitoreo es de aproximadamente 1.3 millones de dólares, aunque los científicos consideran que necesitan el doble de recursos. La inversión será clave para aumentar la capacidad de detección y respuesta contra la deforestación.
Durante la gestión de Bolsonaro, el INPE enfrentó momentos críticos, con cuestionamientos a sus datos y despidos de directivos. Greenpeace incluso desarrolló su propia herramienta satelital para complementar el monitoreo oficial ante la incertidumbre. La resistencia científica prevaleció.
Almeida enfatiza que su objetivo va más allá de las estadísticas, buscando aumentar la precisión del 94% al 98% en la detección de áreas deforestadas. La calidad de los datos marca la diferencia en la protección del patrimonio ambiental brasileño y mundial.
Con la información de EFE