Un panel de jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil aceptó cargos contra seis aliados clave del expresidente Jair Bolsonaro. Estos aliados son acusados de participar en un complot golpista para mantener a Bolsonaro en el poder tras su derrota electoral en 2022. Este movimiento judicial amplía la investigación sobre el intento de golpe de Estado, involucrando a más actores políticos y militares.
El fiscal general Paulo Gonet dividió a los acusados en cinco grupos según sus roles en el complot. El grupo recién acusado incluye al ex asesor de asuntos exteriores Filipe Martins y al general retirado Mario Fernandes. Estos individuos supuestamente coordinaron acciones para apoyar el golpe, incluyendo la movilización de policías y la redacción de documentos para justificar un estado de emergencia.
El STF ha sido crucial en la investigación del intento de golpe, el tribunal ha actuado con independencia, asegurando que todos los involucrados en el complot enfrenten la justicia. El informe de 884 páginas del STF detalla cómo Bolsonaro y sus aliados planearon instaurar un estado de emergencia para convocar nuevas elecciones y mantenerse en el poder.
Bolsonaro y sus aliados niegan las acusaciones, alegando persecución política, desde su hospitalización, Bolsonaro ha insistido en que el juicio es una maniobra política para silenciar a la oposición. Sin embargo, la mayoría de los brasileños apoya el proceso judicial, viéndolo como una oportunidad para fortalecer las instituciones democráticas del país.
El juicio contra Bolsonaro y sus aliados continuará en las próximas semanas. El STF ha programado audiencias adicionales para revisar las pruebas y escuchar a los testigos. Este caso es uno de los más significativos en la historia reciente de Brasil, y su resultado podría definir el futuro político del país.
El STF revisará cargos contra otros 33 acusados en las próximas semanas, incluyendo altos mandos militares y policías federales. El juicio podría durar meses y tendrá implicaciones significativas para la democracia brasileña. Este proceso judicial es un paso crucial para consolidar el estado de derecho en Brasil y envía un mensaje claro contra la impunidad.