El arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, ofició hoy la tradicional misa y Te Deum en la Catedral de Lima, en presencia de la presidenta Dina Boluarte. En su homilía, Castillo abordó temas cruciales para el país, haciendo un llamado a la reconciliación y a una profunda reforma política y social.
Al inicio de la ceremonia, Monseñor Castillo transmitió un mensaje del Papa Francisco a la mandataria: «Que el diálogo nacional contribuya a la reconciliación y a la construcción de una sociedad más unida, próspera y fraterna». Este mensaje sentó el tono para una homilía que no esquivó los problemas que enfrenta el Perú.
El arzobispo hizo hincapié en la urgencia de fortalecer la democracia y las instituciones del Estado. «Es urgente fortalecer y forjar un Estado verdadera y ampliamente democrático, que promueva el bien común y combata la evasión tributaria y la desactivación y el mal uso de las instituciones», declaró. Castillo advirtió que «quien usa y corroe el Estado, dando prioridad a sus intereses, vive en la deslealtad institucional».
«Llegamos a un serio límite de desarrollo político y social, debemos impedir que estalle»
En un momento destacado de su discurso, Monseñor Castillo abordó la crisis de liderazgo que enfrenta el país. «La gente no sigue a quien no muestra signos sinceros de credibilidad, al no notar transparencia, ni sintonizar con su yo profundo», afirmó el arzobispo. Esta declaración subraya la importancia de la integridad y la autenticidad en los líderes políticos y sociales, sugiriendo que la desconexión entre los líderes y la población es un factor clave en la actual crisis política del Perú. Castillo instó a los líderes a cultivar una mayor transparencia y sinceridad en sus acciones y palabras, como requisito fundamental para recuperar la confianza de la ciudadanía.
En su discurso, Monseñor Castillo también abordó problemas sociales y culturales profundamente arraigados. «Los peruanos solemos creernos lo que no somos y nos disfrazamos. Hemos sido formados en una mentalidad superficial de títulos, vestidos, honores, color de la piel, apellidos, apariencias, prejuicios y muchas otras cosas más, que no permiten reconocer vivamente el valor extraordinario de cada persona y de cada uno de nuestros pueblos», señaló. El arzobispo identificó «la indiferencia, la insensibilidad y la frivolidad» como graves problemas espirituales» que afectan incluso a muchos creyentes.
En este contexto, el arzobispo destacó la importancia de las próximas elecciones: «Que las elecciones de 2026 sean una gran oportunidad para que todos los sectores sean efectivamente representados». La ceremonia concluyó con el Te Deum, un himno de acción de gracias, sirviendo como un momento de reflexión sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta el Perú.
